Las lágrimas le resbalan por la cara, no podía ver nada, sólo seguía a sus pies que se sabían el camino de vuelta a casa o al menos eso era lo que ella esperaba porque en ese momento no podía pensar en nada, sólo recordar la cara de Marcus. No sabía que hacer, le quedaban varias horas hasta llegar a su destino y si seguía a ese paso iba a caer desmayada en cualquier momento. Vio un árbol que le pareció lo suficientemente confortable como para descansar en él durante cinco minutos y aclarar sus ideas, ya había recorrido lo suficiente como para que Marcus y el chico de los ojos verdes la pudieran alcanzar, ¿cómo había dicho que se llamaba? No sé acordaba, se sentó y apoyando sus brazos en las rodillas reposo la cabeza, durante unos segundos dejo que las lágrimas brotaran por si mismas , sin pensar en nada ni en nadie.
De repente un recuerdo le vino a la cabeza, la noche que había conocido a Marcus.
Todo comenzo una noche de verano hacia unas cuantas lunas, Marcus patrullaba cerca del arroyo que servía de frontera entre las dos tierras, su pelo moreno algo largo se movió por el viento. Sus ojos azules como el mar miraban atentos a cualquier ruido o sombra que pudiera distinguir en el silencio sepulcral de la noche.
Marcus era un chico alto, fuerte y valiente. Era el lider de su tribu, la cual había sido atacada varias veces por los magos, estos se creían superiores a los humanos sólo por hecho de tener magia y si no seguías sus normas o te sometías a ellas , eras un rebelde al que tenían que extinguir, como la llama de un fuego cuando le echas agua encima para apagarlo.
Lea era una maga que estaba cansada de la dicturada que existía en su castillo. Había salido a dar una vuelta a despejarse, le encantaba el misterio y desde pequeña a ella y a todas sus amigas les habían prohibido ir a la zona del arroyo. La frontera entre las dos especies, magos y humanos.Tenía ganas de investigar, de saber por qué eran tan peligrosos ya que a ella no se lo parecían y estaba convencida de que no les habían contado toda la verdad.
Así fue como lo vio por primera vez, en la otra orilla, con una espada en la espalda. Mirando con agresividad hacia donde ella se escondía, su mirada osada y valiente le produjeron una extraña sensación en su interior, algo que nunca había sentido por nadie.
Salió de su escondite y se puso a la vista del chico. Era algo mayor que ella, unos dos años. Seguro que si su padre se enterase de lo que estaba haciendo le daría un ataque.
El chico se sobresalto al verla, cogió su arma aunque con miedo pues sabía que contra la magia no habría nada que hacer. La miró detenidamente durante unos segundos, se fijo en su largo cabello castaño y ondulado.
- Será mejor que te vayas, no quiero hacerte daño... tan sólo eres una niña- dijo- sólo vigilo la parte de mi territorio para evitar vuestras ofensas. Vete.
Lea se quedo callada durante unos instantes.
- Ni yo tampoco, mi nombre es Lea. Quiero hablar contigo, nada más.
- Lea, no creo que sea lo mejor. Tú y yo pertenecemos a mundos diferentes. No veo odio en tu mirada ni tampoco la prepotencia que algunos de los tuyos tienen pero no quiero tener nada con ninguno de los vuestros.
- Lo siento, pero creo que me estás juzgando sin conocerme y eso no te hace diferente a ellos. Os juzgan sin saber nada, ni como vivis ni como sois. Yo quiero saberlo todo antes de aventurarme en algo que no sé si me convence mucho, podrías ayudarme si quisieras.
Marcus escucho un ruido a sus espaldas, era el cambio de turno.
- Mi nombre es Marcus. Ven mañana cuando haya anochecido.. ahora vete antes de que alguien te vea.
Bieeen! Me gusta, me gusta!
ResponderEliminarMañana más?
Besitos!
Puede....
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