Otro día más había podido acercarse a él y hablar durante unos instantes, no era mucho, pero lo suficiente para calmar su corazón y la necesidad de él.
Sabía que no tenía nada que hacer pues lo más seguro que él ni siquiera se diera cuenta de su existencia, pero su sonrisa, aquella que le dedicaba a veces por unos segundos le bastaba para ser feliz.
Le gustaba pensar que algún día se daría cuenta de que ella estaba ahi y que podría tener una oportunidad.
Nadie le podría quitar la esperanza y mientras tantos, jugaba a bailar con la felicidad por unas horas.
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