No podía creerme que él estuviera allí mirándome, sonriéndome y esperando a que me acercará a saludarle.
Dudaba de si acercarme o no. Deseaba hablar con él, era algo que llevaba esperando semanas pero algo en mi cabeza me decía que tenía que hacerle sufrir un poco y que fuera él quién viniera a mi.
Me di la vuelta bailando y seguí a mi ritmo, riendo con mis amigas e ignorandole todo lo que podía. Era difícil no volverse cada dos por tres para saber si seguía en el mismo lugar.
De repente noté una mano en mi hombro y un susurro en mi oído. Hola, me dijo. Sonreí pero no me volví, le saludé también y seguí bailando, aunque ahora lo hacia de forma muy sensual, lo más que podía.
Él nunca solía bailar pero ese día decidió seguir mi juego, en el bar sonaba una canción de Shakira, ahora no recuerdo exactamente cual era. Le provocaba tanto como él a mi.
Poco a poco fuimos separándonos del resto, sus amigos nos miraban, las mías cuchicheaban de una manera que no daba lugar a dudas que me moría por sus huesos.
Todo me daba igual, quería estar con él y eso es lo que pensaba hacer.
Me fue llevando hacia una pared mientras bailábamos, cada vez mas cerca el uno del otro y de repente, me arrincono. Sonrió y se acercó lentamente a mi.
Y me beso.
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