Por qué siempre le pasaba lo mismo. Sabía que no tenía que creer ni una sóla de sus palabras pero allí estaba otra vez, en medio de la nada esperando a verle.
Habían pasado varias semanas desde la última vez que tuvo noticias de él y se había jurado durante todo ese tiempo que no volvería a caer en su trampa, pero esa tarde cuando escucho su voz al otro lado del telefono no pudo evitar acudir a su encuentro.
Y ahora estaba total y absolutamente sola en una cafetería dónde sólo estaba ella y una camarera con cara de pocas amigas.ç
Su café era bastante malo y se limitaba a jugar con la cucharilla para que el tiempo pasará mas deprisa y su mente no empezará a divagar por mundos que sabían que no lo convenian.
De repente se escucho como se abría la puerta, levanto la cabeza de su taza y allí estaba él.
Su pelo negro le caía suavemente por la cara, se miraron durante unos segundos y supo que haría cualquier cosa que le pidiera.
Lo amaba como nunca antes había amado a nadie aún sabiendo que no era correspondido.
Él se acerco a su mesa y antes de sentarse toco su cuello sin que apenas se percibierá. A ella se le pusieron los pelos de punta, el contacto con su piel le hacia estremecer...
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